Santo Domingo

En dos ocasiones he estado en Santo Domingo. Ciertamente, es el destino mas solicitado del Caribe aunque en franca regresión

   

Una pista de lo que hicimos durante 2 semanas

Otra pistita

 

 

En plena excursión montañesa

El Water de su casa era particular

 

 

La cabalgada

La fruta

El vehículo

 

 

El cocotal del camino

Compras en Sosua

 

 

antes

....y después

 

¿Quien se apunta?

 

 

  Una mañana vimos como amontonaban arena junto a la orilla, como ataban la gran lámpara del salón principal del hotel y las mesas de billar y como precintaban con cinta adhesiva los cristales de las habitaciones. Se acercaba un huracán (lo normal).

 

  Al final no fue para tanto, solo un viento muy fuerte, mucha lluvia que caía de lado y un día perdido. Es una aventura para contar.

 


 

    El segundo viaje a la Republica Dominicana tuvo menos dosis de aventura y más de cultura. Por fin, visitamos la capital, Santo Domingo, vimos impresionantes monumentos, la mayoría  erigidos en honor al Descubrimiento y a los primeros asentamientos de los navegantes españoles en tierras americanas. Junto a ellos también recorrimos parajes naturales de envidiable belleza, escenarios de famosas películas allí realizadas y una gran sorpresa final que ya contaré.

    El hotel elegido casi por casualidad fue todo un acierto. Casi nuevo, en una situación magnifica, con playas preciosas, una habitación cómoda con una cama enorme y una bañera redonda donde cabían 4 personas. Un establecimiento con un equipamiento envidiable y tirado de precio. Y en Bávaro, una de las nuevas zonas turísticas de mayor expansión de la isla.

 

                                   El comienzo

Sólo pocas horas después, en el paraíso

  

3 x 2 metros 

Bonita vista del hotel desde la habitación

 

El megamonumento al Descubrimiento, además dicen que dentro está enterrado Cristóbal Colón

Homenaje a los primeros descubridores y a la primera calle establecida en el Nuevo Mundo

 

Caderas en movimiento frenético al son de una música rápida y trepidante. Cuerpos que se unen y se separan, que dan vueltas sobre sí acompasadamente. Es el merengue y si te dejas llevar por el estarás mas cerca del cielo... y del infierno.

 

    Visitamos La Romana, la zona turística más exclusiva de la isla. Vimos un conjunto de edificaciones de estilo rústico falsamente antiguas y un mirador a un bello recodo de un río donde dicen que se rodaron escenas de las películas Apocalipse Now y Rambo. No se si es verdad pero el sitio era precioso.

    La guinda surgió casi por casualidad cuando, desde el hotel, me embarque en una jornada de pesca de altura. Me ofrecieron dos posibilidades: un barco de grandes proporciones, cómodo y confortable y otro mas pequeño con motores fuera-borda y con menos habitabilidad a menos precio. Para ser la primera vez elegí la segunda opción que incluía la mañana de pesca (unas 4 horas) con bebida y fruta incluida por unos 50 € (8000 Ptas. de entonces). La mañana empezó mal, pasaron a recogerme bastante tarde, sobre las 9 cuando habíamos quedado a las 8 y media y además a mi se me ocurrió desayunar un gran vaso de leche con varios trozos de piña y melón y ya en el traslado desde el pequeño barco de recogida al de pesca comencé a sentir como el estomago empezaba a quejarse de lo que tenía dentro. 

    El barco era mucho mas aparente de lo que esperaba. Al parecer, el original estaba averiado y nos lo cambiaron por un cuidado pesquero con 8 metros de eslora con cabina elevada en un segundo piso y una bañera (zona de pesca) despejada y de dimensiones correctas, y nada de fuera-bordas, dos motores interiores que no estorbaban para nada con su calentamiento ni con su ruido.

    Nos reunimos 3 pescadores, un italiano un poco seco del que no recuerdo ni el nombre, un americano de USA, negro y enorme llamado Jimmy que apareció con unos pantalones largos con grandes bolsillos de los que sacó una toalla, una cámara de fotos desechable y una botella de agua, y yo mismo, con poquísima experiencia en el uso de los grandes y pesados carretes de pesca de tambor que además se manejan con la derecha, muy distintos de los que acostumbro a usar en mi pueblo. Completaba el pasaje un dominicano llamado Moreno dedicado a la preparación de las cañas y otro que controlaba los mandos del barco.

 Pronto me di cuenta no me iba a encontrar bien hasta que hubiera vomitado de modo que me retiré al camarote mareado y vacié mi estomago en un pequeño lavabo. Esto sirvió para despejarme y más aun cuando descubrí que el grifo del lavabo no funcionaba y tuve que limpiarlo con algunas botellas del agua que teníamos para beber que, afortunadamente, era suficiente.

    Ya repuesto, comenzamos a preparar las cañas y los cebos. Soltamos al agua una cuerda rellena de varias pequeñas bollas de colores con hilos brillantes que saltaban en el agua siguiendo nuestra estela y que servían de excitadores.

    Moreno preparó 4 cañas asignando una a cada uno de nosotros y quedándose el con una, la costa se alejaba por momentos y el mar aparecía algo movido y cubierto con un manto de nubes que podía presagiar lluvia. De vez en cuando maniobrábamos para sortear algún matorral o algún tronco de palmera flotante y durante una hora no pasó nada. De vez en cuando alguna caña se movía y un par de veces tuvimos que recoger para reponer la carnada y cuando llevábamos más de dos horas en el barco llegó la gran picada. Fue en la caña del italiano y sólo Moreno se dió cuenta, apresuradamente recogimos las demás cañas mientras el afortunado se colocaba un cinturón de agarre y empezaba a luchar con lo que parecía una buena pieza.

    He visto en alguna revista de pesca que lucha del pez puede ser interminable y agotadora y que puede durar horas, no fue este el caso. En poco más de 5 minutos aunque no sin esfuerzo, el bicho se quedó a pocos metros de cubierta, fue entonces cuando el italiano extenuado me pasó la caña y cuando logramos entre todos levantarlo por la borda. Todos saltamos de alegría en el barco, Jimmy silbando y gritando que era su primer picudo después de haberlo intentado muchas veces en Méjico y Florida, el italiano preparando su cámara fotográfica y Moreno limpiando la cubierta de la sangre del pez y preparando las cañas para una nueva puesta.

    Luego vino la sesión de fotos y el brindis con cerveza y aún estuvimos otra hora más esperando otra picada pero esta vez prestando menos atención a las cañas y mucho más al enorme ejemplar de marlin que ocupaba toda la manga del barco y que daba sus últimos coletazos.

    Aún pillamos un pequeño bonito en la travesía de vuelta pero este, aunque pesaría unos dos kilos, se perdía ante los 60 kilos largos y casi dos metros del gran bicho. Ni siquiera la lluvia que apareció hizo desmerecer el espectáculo.

    Luego de dejar a cada uno en su hotel, llegué al mío sobre las 3 y media, dos horas después de los programado. Maribel, mi mujer, me esperaba preocupada en la playa y casi no se lo creía hasta ver las fotos que revelamos en el mismo hotel.  Yo estaba deseoso de verlas porque un grupo de catalanes habían salido también a pescar el mismo día pero en el barco grande y aunque tuvieron picadas se les escaparon todos. Cuando les enseñe las fotos se comían las uñas de envidia.

    Y esta fue la sorpresiva experiencia del segundo viaje a la Republica Dominicana, solo por ella (y por el magnífico hotel) mereció la pena.

  

Tercer viaje

 Cuarto viaje. Los videos

Quinto viaje

                                                                      

© Antonio García Villalpando

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