QUINTO VIAJE

 Para este quinto viaje, en 2010 y de nuevo en Diciembre, probamos un nuevo hotel con muy buenas referencias. No es que no nos gustara el anterior, solo es que buscábamos algún cambio en el panorama, para que no fuera tan repetitivo.

  Elegimos el Iberostar Bavaro, en la misma franja de playa, Punta Cana.

  Se trata de un macrocomplejo de 4 hoteles Iberostar. Mirando a la playa, los dos primeros son el Iberostar Dominicana y el Iberostar Punta Cana, dos bloques de habitaciones gemelos con una piscina inmensa entre ellos, junto a la playa, compartiendo algunos restaurantes y el teatro de espectáculos.

 

     Junto a ellos, el Iberostar Bavaro (el nuestro) formado por muchos pequeños edificios de 2 plantas y 8 habitaciones rodeados de vegetación tropical, césped y palmeras, una piscina junto al mar y varios restaurantes.

     Y aun mas allá el Iberostar Grand Bávaro, el mas exclusivo, formando una gran U con una piscina en medio.

     Nosotros, como huéspedes del Bavaro, podíamos utilizar las instalaciones de los dos gemelos así como sus restaurantes pero en toda la semana solo visitamos una coqueta plaza nueva donde se encontraba la discoteca, una farmacia, un bar-restaurante tipo americano y varias tiendas.

 

     Las instalaciones, como se esperaba de la cadena Iberostar, cuidadísimas. Los jardines, impecables, con pequeñas zonas húmedas donde conviven diferentes especies de aves, tortugas y peces de colores. Los flamencos, en especial, nos animaban los almuerzos con su presencia y colorido.
     Las zonas comunes como las recepciones, los bares y los teatros de espectáculos con esa arquitectura colonial tan repetida por esos lares que hace que parezca que todos los hoteles han sido construidos por los mismos arquitectos.

     A eso además se suma la decoración navideña y la ambientación musical que inunda cada rincón del hotel dándole ese alegre escenario ideal para unas vacaciones.

 

     Lastima que, en estos viajes, la habitación la aprovechemos tan poco porque en esta ocasión merecía la pena.

     Muy nueva, con dos estancias, un sofá amplio y una mesita con sillas y una zona sobre elevada con una cama King-size. Una terraza bastante mas amplia de lo normal y un baño que aunque no era muy grande parecía a estrenar.

 

     En estos días de Diciembre y en Punta Cana en especial, el viento casi siempre sopla con fuerza y ,aunque la barrera natural de arrecifes que protege la playa atenúa las olas, el agua está bastante movidita. El color verdoso claro típico de las playas caribeñas permanece pero las orillas se revuelven con una sopa de arena que hace el baño cuando menos incomodo. No obstante, al amanecer y al caer la tarde el viento apacigua y los baños son mas agradables.
     En este hotel la animación tiene un papel muy importante. Siempre infatigables y a la búsqueda de participantes en las distintas actividades. A veces se reunían con nosotros y nos contaban cosas de la isla.

    Y una mención especial a los camareros y al personal de los bares y restaurantes, atentos, serviciales y siempre sonrientes.

 

    Las fotos siguientes dan buena cuenta de la gastronomía del hotel. Las cenas en los restaurantes temáticos eran abundantes y de buena calidad. Definitivamente, el hotel caribeño donde mejor he comido.

     Las ultimas están dedicadas a nuestros amigos asturianos Sebas y Leticia que nos acompañaron en este viaje, en este y otros muchos. Para ellos un cariñoso saludo.