CAN THO
Y EL DELTA DEL MEKONG
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Nos alojamos
en el Hotel Saigon Can tho, un tres estrellas normalito, bien situado,
justo al lado del río y cerca del mercado nocturno aunque justo debajo se
sitúa un mercadillo local con ropa, baratijas y alguna comida. La habitación amplia, al estilo de Vietnam, con una terraza repleta de jecos o gekkos (especie de lagartijas vietnamitas) al calor de los extractores de aire acondicionado. |
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En alguna
película americana (quizás
era Forrest Gump, que la he visto varias veces) oí como decían "no se te
olviden los calcetines, el Mekong te devora los pies". Pensaba que se
trataba de alguna sustancia corrosiva vertida en el agua o algún animal,
pero no, se referían al río Mekong, que desemboca en el
sur de Vietnam luego de arrastrarse por otros 5 países. Cuando llegan al
delta sus aguas son revueltas, marrones y llenas de plantas flotantes. Lo primero que hicimos en esas aguas es dar un paseo por estrechos canales en pequeñas barcas. Me recordaban las incursiones de los soldados americanos con agua al pecho y con las armas por encima de la cabeza. Antes nos ofrecieron un concierto de un grupo local y unas tazas de te con frutas exóticas |
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Tras las emociones de la incursión extranjera en los canales del río llego
el almuerzo. Debo aclarar que ésta era una de las visitas que no hacíamos
en privado, si no que fuimos en autobús hasta el delta acompañados de
otros turistas, ninguno español y con un guía en lengua inglesa. Nuestro
guía apareció con una amiga de su mujer y su hijo que nos acompañaron
durante toda la excursión. Mientras llegábamos al delta en el autobús, el
guía en inglés no paraba de contar cosas imagino que relativas a por donde
íbamos pasando pero nuestro guía se entretenía en hablar con su
acompañante, jugar con el niño y escribir mensajes con el móvil, desde
luego la diferencia de guías era notable y el nuestro salía perdiendo. Eso si, en el almuerzo, mientras a los demás turistas los acoplaran en una mesa grande y les sirvieron poco mas que arroz frito, a nosotros nos alojaron en una mesa aparte y no paraban de servirnos platos, arroz, pescado, cigalas, fideos, verduras y salsas hasta llenar la mesa y nuestros estómagos. Ahí si que hubo diferencias. Luego visitamos una fabrica de caramelos de coco donde compramos algún paquete. También vendían miel y jalea real con una curiosa propaganda en español que reproduzco al final.
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La tarde la pasamos visitando la pagoda de Vinh
Trang, sin explicaciones, el guía permaneció desaparecido en combate, solo
nos dejó en la puerta con el ticket de entrada y quedamos en el mismo
sitio en 45 minutos. El edificio grande tenia un aire palaciego un poco alejado de la clásica pagoda vietnamita. Con diversas salas con budas de todas las formas y colores, incluso con lucecitas. En el exterior, entre los jardines y los pequeños estanques, tres budas gigantes, blancos, daban mucho juego fotográfico. |
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El
mercado flotante de la mañana siguiente fue una decepción. No se si porque
llegamos tarde o porque realmente es así, la verdad es que solo vimos
media docena de barcazas anunciando sus productos (casi todos boniatos)
con una vara alta en medio del barco. Ni gran mercado, ni bullicio, ni
ventas, ni nada. Mas parecía un mercado mayorista de boniatos pero, eso
si, con pequeñas barcazas que se acercaban a ofrecer todo tipo de
productos a los pocos turistas que allí estábamos.
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Aun
era temprano cuando dejamos el barco para adentrarnos al borde del manglar
a visitar una fabrica de fideos de arroz. Y allí estaba toda la cadena de
producción, primero preparando la pasta de arroz que se convertía en unas
finas laminas que se dejaban secar al sol. Luego llegaba el proceso de
corte para obtener unos paquetes de fideos que, una vez envueltos se
vendían en la ciudad. No faltaba la degustación de fideos fritos que, con algún refresco o algún licor, nos animaba la mañana. |
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Para
terminar la visita todavía dimos un paseo por entre la maraña de canales y
raíces, teniendo que pasar algún puente muy primitivo acompañados de la
fauna predominante del delta; peces, ranas, tortugas, lagartos y
serpientes. Y muy pronto volvimos al hotel a preparar las maletas ya que ese mismo día abandonamos el delta y el país para acometer la ultima etapa del viaje. Aun quedaba otra de las perlas del sudeste asiático: Los Templos de Angkor en Camboya. No se los pierdan. |