KRABI

 

     El primer día llegamos a Krabi casi de noche. Habiamos escogido llegar en el vuelo de la tarde para aprovechar la mañana en Chiang Mai ya que, con las excursiones contratadas, casi no tuvimos tiempo de ver la ciudad y sus templos. El primer día solo nos dio tiempo de conocer un poco el hotel donde estaríamos las próximas 4 noches.

     Y el hotel elegido era el Nakamanda. Un complejo magnifico en una especie de cabo saliente a unos 10 Kms. de Aonang, donde estaba la marcha nocturna (que tampoco queríamos).

     Vaya por delante que habiamos decidido el hotel con la idea de descansar y dejar pasar los días. Ya habiamos visto la bahía de Phan Nga en nuestro anterior viaje, así como las islas Phi Phi, de modo que elegiríamos alguna isla cercana para alguna excursión y además iríamos a railay por nuestra cuenta. Lo demás, como se suele decir, tranquilidad y buenos alimentos.

 

     El hotel pues perfecto para nuestros propósitos, casi vacío, una playa muy pedregosa a sus pies pero con otras opciones de playa inmensas a uno y otro lado del hotel. Frente al edificio principal, un islote verde que puede recorrerse con marea baja y que, cuando se transforma en isla, proporciona un fondo perfecto y algo mas allá algunas islas diseminadas en el horizonte. Una de ellas es Hong, donde iríamos el tercer día. Muestro algún video time-lapse de los momentos de relax al borde de la piscina y la playa.

 

    Aparte de los desayunos no hicimos ninguna comida en el establecimiento de modo que no puedo opinar de su gastronomía ni de sus precios. Los desayunos, normalitos, aunque con un paisaje espectacular de fondo. La mayoría de los almuerzos los hicimos en las excursiones (contratadas o por libre) y las cenas en algunos restaurantes cercanos junto a la única carretera que bordea la costa.

     La habitación muy completa y acogedora. Un amplio porche donde fumábamos ya que en la habitación estaba prohibido. Una cama cómoda y enorme y un cuarto de baño con bañera separada y con techo de cristal. El complemento perfecto a nuestra estancia.

 

   El tiempo nos acompañó dejando ver el sol durante algunos momentos de las excursiones, solo el ultimo día se resistió a aparecer dejando un manto de nubes negras con algunos chaparrones ocasionales que, aun así, nos permitieron probar la piscina del hotel en vez de la playa.

 

     El segundo día fuimos por nuestra cuenta a la península de Railay. Llegamos a la playa de Aonang en taxi desde el hotel al abusivo precio de 350 Bahts regateando desde los 500 iniciales. Aprovechamos para contratar alguna excursión para al día siguiente en uno de los puestos del paseo maritimo. Al final conseguimos una especie de 2 por 1 por 1500 Bahts los dos, la excursión de Hong Island con una parada de snorkel, una visita a un lago interior y un par de horas en la playa de la isla Hong con la comida. La tasa turística de 300 bahts cada uno no venia incluida pero esa misma tarde nos acercarían al hotel con lo que nos ahorrábamos el taxi de vuelta.

     A Railay solo se puede llegar en barco. Llegamos al embarcadero al final de la playa, pagamos los 100 Bahts y en unos 15 minutos ya estábamos en la playa Oeste. La marea estaba llena de modo que no había casi playa, aun así esta zona estaba muy bien pero antes de establecernos queríamos conocer las proximidades.

     Un pasillo de arena comunica la playa oeste y la este y a cada lado se establecen la mayoría de las tiendas y restaurantes del cabo, mas tarde almorzamos en uno de ellos rematando con un buen batido en una heladería. Además nos cruzamos con Delfina y Carmen que también estaban por allí, ellas se alojaban en otro hotel en Aonang.

 

     La playa Este en realidad es un fangal sin arena y llena de raíces de árboles acuáticos aunque curiosamente tiene algunos hoteles, pero hay un pasillo cementado hacia la derecha que al final te lleva a Pranang Beach, la playa mas bonita de Railay y donde permanecimos un par de horas bañándonos en un agua calmada y cristalina.

     Al principio de la playa se halla una cueva con un pequeño altar y cientos de falos de madera de todos los tamaños en honor a la diosa de la fertilidad. A su lado hay una pared rocosa que se utiliza para hacer escalada (al parecer hay un par de sitios mas preparados para ello).

 

     Cuando nos cansamos de agua fuimos a almorzar a Railay West recorriendo el camino de vuelta. Esta vez sí me fije en un pequeño cartel que señala un camino peligroso de escalada que sube montaña arriba y al final acaba en un lago interior que debe ser un paraíso desierto pero es solo para arriesgados. En el foro he leído a muchos que lo han hecho. ! Bien por ellos !.

      Y un poco mas allá aparecieron un buen puñado de monos que no estaban a la ida. Se peleaban entre ellos dando chillidos y vi alguno intentando coger las bolsas de los turistas. Si pasan por allí cuidado con estos bichos.

 

     Entre la comida, el helado y la visita a un par de tiendas se nos pasó la tarde. La marea ya había bajado mucho y los longtails de vuelta esperaban en medio de la playa. Llagamos a Aonang sobre las 5 de la tarde, lo malo es que la marea había bajado tanto que nos dejaban en medio de la nada, frente a la costa, a unos 150 metros de la arena en dos palmos de agua. Llegando a la orilla pise una cuerda sucia y con conchas pegadas que me hizo una herida en la planta del pie que me estuvo molestando el resto del viaje. No quiero ni pensar la odisea que tiene que ser la vuelta con maletas grandes para los que se alojen en hoteles de Railay.

     Esa noche cenamos en un restaurante llamado Bai Tong, frente a la entrada del hotel y, cansados de sol y agua, nos fuimos tempranos a la habitación.

 

     Al día siguiente nos recogieron temprano para la excursión de Hong Island. Fuimos primero a una oficina a medio camino de Aonang donde nos distribuyeron para las distintas excursiones y luego nos llevaron a un muelle desde donde partimos a la isla.

     Como pueden ver en la captura de Google Earth esta isla está casi enfrente de nuestro hotel, de hecho, podíamos verla desde la playa, incluso podíamos haber hecho esta excursión desde los botes que se alquilaban frente a la piscina pero el precio se disparaba para sólo nosotros dos.

 

     Primero paramos en un islote cercano donde nos lanzamos al agua para contemplar los fondos y los peces, aunque nos proporcionaban gafas y tubo yo llevaba los míos porque están adaptadas a mi bigote y con otras distintas pierden estanqueidad. Había buena visibilidad pero no demasiados peces, solo algunos pequeños bancos a media agua.

     Después visitamos la laguna interior de Hong Island donde se llega por un estrecho pasillo natural. Aquí el agua no estaba tan clara y no había mucho mas que hacer que zambullirse y hacer algunas fotos desde abajo.

 

     Por fin llegamos a la playa de la isla. No había demasiada gente y eso que el día acompañaba para la aventura. El lugar es precioso.

     Son dos playas contiguas pero una de ellas, con un pequeño muelle flotante, se utiliza para la entrada y salida de las embarcaciones. La otra pequeña cala tiene un islote que mantiene el agua calmada y muy clara, ideal para el buceo.

     En el interior, frente a la playa, hay dispuestas unas mesas grandes de madera donde almorzamos pollo y arroz con sandia de postre. Luego me di una vuelta por los alrededores donde abundan carteles con avisos ecológicos y grandes montones de conchas y cáscaras de moluscos que fueron sacados del mar por el tsunami del 2004, parece que desde entonces hay un centro de avistamiento arriba del acantilado y altavoces de aviso repartidos por la isla.

 

    Permanecimos buceando, nadando o simplemente retozando mas de una hora hasta que nos cansamos de agua y nos fuimos a la arena donde charlamos con otros componentes de la excursión, asturianos y cordobeses, cada uno con sus historias de viaje. Thailandia está de moda (en realidad nunca ha dejado de estarlo) y se nota en la cantidad de españoles que la visitan cada año. Muchos, cada vez mas, con la información que proporcionan los foros y otros, en blanco, con todo mascado y organizado pero disfrutando tanto como todos.

    Esa noche cenamos en un italiano poco mas allá del hotel. Un sitio muy agradable cuyo nombre he olvidado y no aparece en los mapas. Nos fuimos a la cama pensando en lo poco que nos quedaba y nos quitamos las penas en el porche de la habitación apurando la botella de viaje de Bombay Saphire con cola (no encontramos tónica). Se acababa lo bueno.

 

     Ultimo día. Relax total. Comprobaciones del vuelo del día siguiente, piscina, algo de pesca (intento de pesca), pequeña caminata al ocaso y nada mas.

    Desayunamos en la terraza del restaurante, frente a la playa. Ya había llovido la noche anterior pero aprovechamos un resquicio del cielo aunque tuviéramos que secar las sillas para sentarnos.

     Después recorrí un poco la playa de la izquierda con mi caña que saqué por primera vez (lástima no haberla llevado en las cascadas de Erawan, allí los peces eran tontos). Fue un fiasco, solo un par de picadas cerca de la orilla pero ninguna alegría.

     Almorzamos en el Sabay Bar, un establecimiento en la playa que ya habiamos conocido alguna tarde anterior, un chiringuito con buena comida y mesas en la arena donde pasar el tiempo y ver el movimiento exagerado de la marea en la tierra y el avance de las nubes en el cielo. Me hubiera quedado allí "pa siempre".

 

 

     Con estas imágenes nos despedimos de Krabi y de toda Tailandia, un buen colofón a un completo viaje con aventuras, templos y animales, sobretodo animales esplendidos que recordaremos siempre. Todo esto y nuestro mas profundo agradecimiento a todos los que lo hicieron posible está incluido en el siguiente video (espero que puedan verlo, solo tiene dieciséis reclamaciones de derechos, una por cada canción, como si a Mark Knopfler o Pink Floyd le importaran).

     Esta zona del mundo no nos echará de menos, volveremos pronto. Porque nos encanta.

     Saludos viajeros.