Lago Inle
     Cuando llegamos al hotel en el lago Inle ya estaba bien entrada la tarde. Tardamos una media hora desde el embarcadero de Nyaungshwe, la principal ciudad del lago. El hotel se encuentra en la ribera este. Se trata de un lodge de lujo con habitaciones espectaculares aunque un poco aislado. En las fechas que fuimos estaba casi desierto.

 

     En las fotos siguientes muestro nuestra habitación del hotel, varias estancias con hall de entrada, un recibidor pequeño, ducha y bañera separadas, una bañera muy cuca de madera, cama con dosel y mosquitera y dos terrazas con vistas al lago. Demasiado para casi no utilizarlo. Un hotel de lujo con precios de lujo.

     Si volviera al lago buscaría algo mas modesto pero dentro de la ciudad donde pudiéramos aprovechar las noches que nos quedamos allí.

 

     Cenamos en el propio hotel, solo nosotros cuatro y una pareja mas, también española, en el amplio comedor a precios europeos y en dólares.

 

 
video lago Inle

     Salimos temprano para hacer las primeras visitas. El día estaba precioso, nuboso pero calmado. Vimos el lago en todo su esplendor. Pescadores y recolectores de algas se afanaban en sus tareas cuando entramos en el largo canal sur que lleva a Indein.

 

     Cada día de la semana se celebra un gran mercado en distintas partes del lago donde acuden las distintas etnias, con su colorida vestimenta, a vender sus productos. Nosotros fuimos al de Indein que no creo que fuera el mercado diario sino uno permanente que se celebra allí todos los días. Bastante pequeño y dirigido a los turistas. Aun así había bastantes productos para birmanos como verduras, frutas y pescado seco y a su lado figuras de piedra y metal, perlas y lencería.

      Tampoco faltaba la farmacia ambulante y los vendedores de tabaco. allí había de todo menos puestos cocinando comida.

 

     Después de vagar por los puestos haciendo algunas compras Sandar nos llevó a una guardería cercana. Se trata de un edificio donde se alojan los niños pequeños de los vendedores durante toda la jornada.

     Durante una hora estuvimos jugando con los niños llenando globos y regalando pomperos entre el bullicio y los chillidos de los crios.

 

Video guardería

     En alguna ocasión durante el viaje habiamos visto grandes carteles, sobretodo en las carreteras, que hablaban de los orfanatos birmanos. Sandar nos explicó que eran avisos del gobierno contra ese tipo de establecimientos. Muchas agencias incluyen la visita a alguno de ellos. Avisaban que no se trata de orfanatos y que el 70 % de los niños alojados tenían familias que preferían dejarlos allí para no mantenerlos. El cartel prevenía que las donaciones no hacen mas que incentivar esa práctica, El gobierno opinaba que los niños deben educarse con sus familias y no en instituciones patrocinadas por ongs y sustentadas con donaciones.

 

     Muy cerca de allí están las ruinas de Indein, pasando antes, claro, por unos puestos permanentes y techados con todo tipo de baratijas para turistas. Los puestos estaban desiertos, por no haber, no había ni vendedores como corresponde a la temporada baja y quizás a la existencia de otro gran mercado en alguna otra parte del lago.

 

     Atravesamos el canal por un puente y llegamos a las ruinas de Indein, un conjunto de estupas a medio derruir muy parecidas a las que veríamos el día siguiente en Kakku pero mas descuidadas y absorbidas por la naturaleza. Al llegar allí nos cayeron algunas gotas.

 

    No faltaba la estupa central con su gran buda, sus columnas de cristalitos y sus devotos.

 

     Como había que pagar la cuota turística fuimos después a una fabrica de joyas de plata situada estratégicamente en el canal de salida. No había demasiados turistas, pero si mas que en las ruinas, de modo que pasamos desapercibidos entre la mercancía de precios desorbitados. No estuvimos ni quince minutos pero a mi mujer le dio tiempo a hacerse fotos con el preciado género.

     También pasamos por una fabrica textil de seda vegetal, fabricada con hilos de loto con una curiosa demostración de su extracción. allí no faltaban las tan nombradas mujeres jirafa que, a pesar de ser originariamente birmanas, son mas famosas en Thailandia que en este país. Cosas de la publicidad y de las agencias turísticas.

 

      Almorzamos en un gran restaurante turístico situado en tarimas de madera dentro del lago. Cerca del templo mas importante de la zona, la pagoda Phaung Daw Oo, la de los 5 budas tan deformados que parecen calabazas de tanto pan de oro como tienen encima.

     Nosotros, los varones, contribuimos a la leyenda pegando varios trocitos en las figuras ante la mirada entusiasmada de nuestra guía Sandar. Hay un video que lo atestigua. Tampoco es caro, solo vale 5000 Kyats.

 

video Pagoda Phaung Daw Oo

     después de eso fuimos al monasterio de los gatos que saltaban, tan solitario como los gatos que había allí. Sin monjes y con poco que ver. Nos lo podíamos haber ahorrado pero pillaba de camino al hotel.

      En la ultima foto pueden ver los tickets que dan derecho a hacer fotos y videos. Sandar nos lo sacaba en cada templo que había que pagar. Cuestan entre 300 y 500 Kyats.

 

     Volvimos al hotel cuando el sol se ponía tras las montañas que rodean el lago en otro atardecer precioso y memorable. Pareciera como si el tiempo no hubiera pasado y las mismas imágenes de la mañana se reproducían  en el lago, cada cual a sus quehaceres diarios.

 

     Esa noche y la siguiente cenamos en el hotel casi en solitario. Quisimos ir a un restaurante cercano pero los precios de los taxistas nos quitaron las ganas. 28 dólares, ida y vuelta a un restaurante que estaba a 10 kilómetros del hotel. Se pasaron.

 

     El día siguiente desayunamos temprano. En el hotel ya nos tenían preparada una mesa en el exterior porque el día prometía. Antes de las ocho ya estábamos en el bote destino a las siguientes visitas.

 

     A la entrada del canal norte ya estaban preparados los pescadores caza-turistas. Estos chicos han cambiado la pesca por las filigranas con redes cónicas. Se colocan a la entrada de los canales (donde menos pesca hay pero donde pasan mas barcas) y, compinchados con los barqueros, realizan piruetas fotogénicas y luego piden una propina. Ya les llegó la "civilización".

 

     La primera visita fue el monasterio Shwe Yaunghwe Kyaung, un edificio sobre pilares, hecho enteramente de madera, con puertas y ventanas ovaladas muy vistosas. Los monjes estaban en plena clase de lectura pero nuestra presencia no parecía importarles. Continuaban con sus estudios como si nosotros fuéramos un mueble mas.

 

     A su lado esta el monasterio Shwe Yan Pyay, aunque bien pudiera ser un anexo del anterior. Este es de ladrillo y cemento y sus paredes se encuentran plagadas de nichos con budas patrocinados, la mayoría, por donantes occidentales.

 

     Para ir a las pagodas de kakku antes hay que pasar por Taunggy, la capital del estado Shan donde se ubican la estupas. Allí se pagan los derechos de visita y nos asignan una guia Pa-O, la etnia propia de los templos de Kakku.

Nuestra guia se llamaba Khin, una chica joven que hablaba español mejor que Sandar, lo había aprendido en la universidad durante 4 años. Nos explicó muchas historias de la pagodas y de su etnia, de su vestimenta y su tocado y luego nos hizo una demostración colocando uno a cada uno de nosotros mientras tomábamos café en un restaurante frente a los templos. En el video siguiente verán lo guapos que nos dejó.

 

video turbante

     Antes de entrar propiamente al recinto, Khim nos llevo a un lateral donde hay unas pequeñas albercas llenas de agua donde se reflejan estratégicamente las cúpulas dando un efecto fotográfico ideal. Son las fotos mas vistas de Kakku, las que todos hacen.

 

     Por fin entramos en el perímetro. Se trata de un gran cuadrado con un pasillo central con una alfombra plástica azul para proteger los pies y unos estrechos pasillos laterales que se pierden entre las estupas. Parece ser que se trata de estructuras familiares, cada familia tiene una. Con sus pequeñas entradas y sus budas alojados.

     Estupas las hay de todos los tipos, casi todas del mismo tamaño, algunas gemelas y paralelas formando una gran fila, otras muy labradas y nuevas, otras ruinosas,,, En fin un gran bosque de pináculos alineados formando un bello conjunto.

 

     Pasamos por la zona mas castigada por el último terremoto donde aun podían verse sus efectos.

 

     Casi al final del todo comienzan a verse algunas estructuras distintas. Campanas, peanas con animales sagrados como cerdos y elefantes e sobretodo un recinto techado con el único buda yacente que vimos en todo el viaje. Un buda muerto rodeado de monjes con palmas unidas en señal de rezo.

 

     Khim nos explico que en la estupa principal del final se conserva un diente de Buda y en la foto se muestra el diente en cuestión. A mi me cuesta imaginarme la dentadura completa. Claro que se trata solo de símbolos y no hay que tomárselo al pie de la letra. Pasa como con los trozos de madera de la cruz de Cristo, con los que hay repartidos por el mundo se fabrican cientos de cruces.

 

     Almorzamos frente al complejo en el restaurante donde habiamos tomado café, que gestiona la comunidad Pa-O, después de casi tres horas de visita; sopa con albóndigas de pollo y ternera, pollo con piña, arroz, etc... y varias cervezas.

 

     A la vuelta paramos en una de las bodegas birmanas diseminadas cerca del lago donde hicimos una degustación de vinos. Mucho turista por allí, parece que es parada obligada de casi todos los circuitos.

     Nos sirvió como brindis de despedida del lugar porque al día siguiente volaríamos a Yangon. Esto se acaba.

     Esta zona nos ha encantado, aun no está excesivamente contaminado por el turismo y conserva rincones mágicos y de una pureza espiritual sin igual.

 

     El día siguiente el hotel nos tenía preparada una despedida con trajes típicos de representaciones birmanas. Un buen colofón de un hotel espectacular poco aprovechado.