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Una semana entera en el Soaltee Crown Plaza de Katmandú. Uno de los mejores hoteles de la ciudad, un poco alejado del bullicioso centro o del Thamel, el barrio de las compras, pero muy completo, con varios restaurantes y una piscina poco aprovechada. Y una curiosidad: justo al lado del hotel había un pequeño centro comercial abierto las 24 horas y un casino donde no podían entrar los nepalíes, donde se jugaba con moneda hindú y donde ofrecían curiosas actuaciones todas las noches.


La estupa de Swayambunath fue la primera excursión que hicimos nada mas llegar a la ciudad. Enclavada en una loma con unas vistas magnificas de la ciudad. El día estaba brumoso como casi todos los que estuvimos en Nepal, la visita así se hacia mas llevadera aunque lo cierto es que la diferencia de temperatura de lo que habíamos dejado en la India era notable. Después de escuchar algunas explicaciones del guía, a las que no preste mucha atención, dimos varias vueltas al recinto contemplando como muchos nepalíes y algunos chinos realizaban varias ceremonias religiosas con rezos, varitas de incienso y fuego sagrado. Muchos haciendo girar los tornos con plegarias, con la mano derecha y siempre en sentido de las agujas de las agujas del reloj hasta dar una vuelta completa a la estupa. Decenas de monos y de tiendas de artículos varios abundaban tanto arriba en la estupa como escaleras abajo junto a los autobuses.

Cada ciudad del Nepal tiene una plaza céntrica que la llaman la Plaza Durbar. La de Katmandú la componen en realidad varias plazas y calles llenas de edificios emblemáticos y preciosos y además los extranjeros han de pagar por circular por ellas. El guía nos dio a cada uno una especie de salvoconducto que duraba 4 días y que debíamos llevar encima para enseñar a los policías que nos lo pidieran. Los vendedores pululaban por todos lados y no nos dejaron en paz un solo momento,










Dos veces visitamos Durbar Square. La primera en una especie de recorrido oficial que incluía explicaciones del guía y la segunda por nuestra cuenta, con un tiempo mas apacible y con un cielo repleto de nubes blancas que pedían ser fotografiadas. Vimos las dependencias de la Kumari, especie de niña-diosa viviente que vivía enclaustrada en ese palacio rodeada de sirvientes y que dos días al año era paseada en una especie de trono por el centro de la ciudad. Ella, la niña, debía poseer hasta 30 características para ser elegida de entre las candidatas.

Una de las noches contratamos una cena-espectáculo muy curiosa y además barata. Una especie de menú degustación mientras en un escenario se interpretaban danzas tribales y bailes típicos con danzarines ataviados con vestidos vistosos.

El mas curioso es el del pavo real con un personaje disfrazado de gran pavo moviendo el cuello y cogiendo con el pico los billetes que unos turistas japoneses, vecinos nuestros, les ofrecían.

El New Orleáns es el restaurante del barrio del Thamel donde comimos varias veces. Con comida internacional muy sabrosa y grandes cervezas pasamos allí varias tardes rodeados de turistas occidentales cada uno con su portátil aprovechando las ventajas del Internet sin cable gratis que ofrecían.

Patan es una población cercana a Katmandú, era la antigua capital del reino por eso conserva una plaza Durbar casi igual que la otra. Cuando llegamos se celebraba la fiesta hinduista que conmemora el nacimiento de Krishna. Pudimos ver como cientos de peregrinas (la mayoría mujeres) se unían en una larga fila procesionando hasta el Templo de Krishna donde ofrecen flores, arroz y monedas a la divinidad y recibían la tika, la bendición roja en la frente que marca la presencia divina dentro de la persona. Por todos lados pululaban los vendedores de baratijas y los puestos de globos y algodón dulce. Era como una feria de pueblo con todos enseñando sus mejores galas

Contratamos con el guía una excursión de día completo en varias localidades cercanas a la capital. La primera de ellas nos llevó hasta la estupa de Bogdanath, enorme pináculo situado en una plaza cerrada con muchas tiendas y un centro de oración donde los monjes ofrecían cánticos y rezos.

Pashupatinah es el Benares de los nepalíes. En las escalinatas que dan al río bagmati se realizan también actos funerarios sagrados y cremaciones. Cuando llegamos allí una fina lluvia afeaba el dia. Solo una cremación estaba preparada, los monjes se refugiaban en pequeños templos y solo unos pocos monos mojados nos daban la bienvenida. El corto tramo del río que visitamos estaba atravesado por varios pasillos peatonales y el agua corría sucia y con fuerza arrastrando troncos plásticos y telas.

La lluvia no cesaba cuando llegamos a Baktaphur. Es esta una ciudad convertida en monumento vivo. Sus calles fueron pavimentadas por un grupo alemán y son una delicia recorrerlas. Desde una terraza de un edificio antiguo convertido en café para turistas esperamos que se apagara la lluvia, frente a una espectacular edificación de cinco plantas con escaleras flanqueadas por elefantes y dragones. Luego escampó un poco y nos perdimos entre la maraña de calles y plazas llenas de puertas labradas y monumentos preciosos.

Estar tan cerca de la cima del mundo y no poder verla era algo que no nos podíamos perdonar. Un precio caro por revolotear cerca del Everest en un jet de 20 pasajeros, con una ventana para cada uno, para ver poco mas de cuatro picos entre nubes (también es mala suerte) en un vuelo de poco mas de una hora. El secreto es salir tempranísimo (los primeros) antes de que las nubes casi perpetuas lo cubran por completo. Verlos como en los catálogos solo ocurre 5 ó 6 veces al año.

Katmandú y sus alrededores me dio la oportunidad de fotografiar a sus habitantes de cara serena y siempre sonrientes. Con mucha mas presencia femenina en las calles que en la India, muchas embarazadas y madres jóvenes y unos niños amistosos, alegres y siempre pidiendo que les fotografiasen. Aquí les dejo una muestra de algunas de ellas











Y tras una semana en este país llego el dia de la despedida. Nos llevábamos algunas compras interesantes y un agradable recuerdo de Nepal (sobretodo de Katmandú) y de su gente y mas amigos españoles que recordar. Para todos ellos un sincero saludo de este viajero.