Segundo viaje a Turquía. Del 26 de Agosto al 9 de Septiembre de 2012

     Desde hace tiempo Turquía era un lugar que queríamos repetir algún día y esa oportunidad surgió para las vacaciones del 2012.

     La crisis económica, los recortes en el sueldo y la supresión de las pagas extras hizo que también nuestro gran viaje anual se viera alterado. Si bien nuestro deseo era recorrer Vietnam y Camboya nos quedamos a mitad de camino y, por la mitad de dinero, organizamos un viaje de 14 días a Turquía, una semana recorriendo el sur del país, desde la Capadocia hasta Estambul y otra semana en esta bella ciudad.

 

LA CAPADOCIA

La primera etapa de la ruta era la Capadocia.

Tras poco mas de 4 horas de vuelo aterrizamos en el aeropuerto de Nevsehir y ya mismo, sin pasar siquiera por el hotel, hicimos la primera visita. Mas bien una aproximación a lo que veríamos durante los tres días siguientes. El autobús nos llevó a un mirador cercano donde se apreciaban una vistas esplendidas de la zona. En el sitio, turístico a mas no poder, vendían todo tipo de baratijas y unos pequeños bocadillos con alguna lata de refresco a unos precios bastante altos. Como comprobaríamos los días siguientes la Capadocia no era precisamente barata.

    

Luego llegamos al hotel. El Suhan spa Capadocia, situado en la localidad de Avanos. Tan nuevo que ni siquiera estaba entre los hoteles previstos anunciados en la propaganda del viaje. Si exceptuamos las comidas, el mejor hotel del viaje. Lástima que lo disfrutáramos poco ya que las visitas nos llevaban la mayoría del tiempo.
    Contratamos el vuelo en globo para el día siguiente.

     Ya estábamos informados de esa experiencia y todo el mundo nos decía que era imperdible a pesar del alto precio. Y tenían razón, es impresionante, pero no todo es tan bonito como lo pintan, tiene algunas pegas.

     El precio es muy caro, 150 €, aunque si buscas puedes encontrarlo por algo menos.

     Nos prometieron que todos los que iban en el globo eran españoles y que el guía hablaba español. De eso nada. Solo nosotros dos y, Margarita, una chica canaria de nuestro grupo, 3 italianos y el resto rusos, y el guía solo hablaba turco.

    En total 24 personas en el artefacto, embutidos de seis en seis como sardinas en lata, que con el guía del globo y 4 enormes botellas de gas componían el pesaje del cesto.

     Nos recogieron a las 4 y media de la mañana pero despegamos casi a las seis. Nos ofrecieron un té templado y algunas galletas y rellenamos cada uno con su nombre una especie de contrato de exención de responsabilidad (es interesante este punto porque el nombre que  pones en ese papel, a toda prisa y sin fijarte, es el que transcriben luego al diploma de vuelo que te entregan. Mi mujer firmó Mbel Frutos y luego apareció Macbel Funsen.

    Poco antes de amanecer despegamos suavemente.

    Por si alguien no lo sabe, estos armatostes son difíciles de gobernar. El guía solo puede ascender y descender, dando gas o soltando aire caliente y puede girar abriendo unas ventanas laterales pero no puede dirigir el globo hacia ninguna dirección, en eso estamos a merced de las escasas rachas de aire (por eso se sale tan temprano). El despegue no es difícil pero el aterrizaje exacto es ya otro cantar y más aun cuando tiene que ser en alguna de las grandes explanadas diseminadas por el terreno ya que el globo al desinflarse ocupa mucho espacio y, para no romperse, debe dejarse caer en una zona llana.

    Normalmente no surge ningún problema pero yendo nosotros eso no se puede afirmar.

    Como no podía ser de otra forma, tras una hora larga de vuelo, nos vimos obligados a aterrizar en lo alto de un cerro porque se acabó el gas. Si, si, se acabó el gas. Al principio nosotros ni nos dimos cuenta pero al ver cada vez la tierra mas cerca y llevarnos un par de arbolitos por el camino quedó claro que la cosa no era normal. Habíamos aterrizado rápidamente sobre un cerro al borde de una caída hacia el fondo del valle, el sol ya pegaba fuerte y Margarita sufrió un desmayo por el sofoco. Íbamos tan juntos que ni siquiera tenía espacio para tenderse y levantar las piernas. Al poco tiempo y con un poco de agua se repuso.

     Mas de media hora tardó en llegar la ayuda en forma de un todoterreno con un par de bombonas de recambio, y unos diez minutos más en llevarlas hasta la cesta, mientras tanto, aprovechando que habíamos parado junto a unas viñas, un par de ayudantes que aparecieron nos ofrecieron uvas recién cogidas que, por cierto, estaban riquísimas.

      Total, que después de la aventura y entre una cosa y otra, apreciamos que ya no quedaba nadie en el aire, solo al llegar a la explanada de aterrizaje coincidimos con otro globo que también tuvo problemas para pararse. La toma de tierra esta vez fue perfecta, tanto como que nos posamos en el mismo camión y luego unos minutos más para la celebración con champán, las fotos y la entrega de los diplomas.

     Llegamos al hotel una hora mas tarde y casi sin tiempo de desayunar. Había que seguir viendo este soberbio paisaje, pero esta vez a ras de tierra. 

    Desde el aire habíamos visto lo que se llama la pequeña Capadocia, un amasijo de pequeños valles salpicados de estructuras de piedra volcánica blanda de caprichosas formas. Para este día siguiente dejamos la Gran Capadocia, una enorme extensión llana entre 2 volcanes con alguna laguna y algún valle.

    Hacia uno de ellos nos dirigimos, al valle de Ihlara, a más de 100 Kms. del hotel, una grieta de varios kilómetros de larga, invisible desde lejos en la gran planicie, con una ciudad al principio y otra intermedia, de paredes escarpadas, laderas verdes y un pequeño riachuelo en su fondo. Aprovechando también la porosidad de la piedra se habían construido varias iglesias rupestres diseminadas por el valle. Vimos un par de ellas con bonitos frescos en sus paredes.

    Ya de vuelta paramos para visitar una de las muchas cuevas trogloditas que se esparcen  por la región, verdaderas ciudades subterráneas de varios pisos que servían de refugio a los pueblos de la época para huir de las invasiones. Tenían de todo, caballerizas, cocinas, salas de reunión, retretes, iglesias, etc.

    A media tarde paramos en Avanos, el pueblo donde estaba el hotel, y callejeamos un poco.

      Y como no podía faltar, la consabida visita a la tienda de alfombras, con demostraciones de su fabricación, cría de gusanos, producción de seda, coloreado de hilos y, al fin, exposición y venta de alfombras y otras manufacturas como camisas, bolsos, etc...

     El día siguiente continuamos explorando la pequeña Capadocia, siempre en las cercanías del hotel. Primero por el museo al aire libre de Goreme donde vimos alguna de las iglesias rupestres, estas sí, con bellas pinturas en sus paredes y techos. A la salida del recinto probamos por primera vez el zumo de granada, de un color blanco rosado y sabor áspero y muy fuerte, no nos gustó, no estaba dulce y además era caro.

     Luego visitamos un caravanserai que se utilizaba para espectáculos de derviches a donde el guía tenia la esperanza de llevarnos esa noche (previo pago, por supuesto).

    Ya por la tarde visitamos dos valles con figuras representativas de la región. El primero un lugar donde abundaban lo que se llaman chimeneas de la hadas, formaciones rocosas con penachos característicos y luego al valle de los animales donde se podían ver otras maravillas de piedra con forma de animales.

     Para despedirnos de la Capadocia, esa noche tomamos té en el pueblo y nos pilló una llovizna cuando volvíamos al hotel. Serian las primeras gotas turcas (y casi las únicas) que sufriríamos.

 

KONIA

     A medio camino entre la Capadocia y el Egeo paramos en Konia donde nos esperaba el Mausoleo de Mevlana, el fundador de los derviches giróvagos. Para llegar atravesamos la cordillera del Tauro parando a almorzar en un restaurante de montaña. En Konia vimos la tumba del poeta y otros personajes celebres y una especie de museo de tradiciones populares con alfombras, utensilios, joyas y banderas de la época.

 

ASPENDOS

    Aun camino de Antalia tuvimos tiempo de ver el teatro romano de Aspendos, uno de los mejor conservados de Turquía. En una semana se celebrarían distintas representaciones y conciertos y ya estaban colocando el entarimado. Además, unos novios aprovechaban el lugar para realizar su reportaje fotográfico y pululaban algunos aprovechados disfrazados de romanos que, por algo de dinero, se hacían fotos con los turistas.

   El enclave era soberbio. La región se sitúa entre los montes de Tauro y la costa y la gran cantidad de agua que baja desde las montañas hace que la zona se convierta en un vergel verde y frondoso.

   Saliendo de Aspendos, en la lejanía de las montañas varios helicópteros y un hidroavión se esforzaban en acabar con las ultimas llamas de un incendio.

 

ANTALIA

     Tres días pasamos en Antalia y en el peor hotel de todo el circuito.

     Llegamos por la tarde y se celebraba una boda en la piscina (esto parecía muy habitual según los comentarios de Tripadvisor). Afortunadamente nuestra habitación se orientaban a la parte posterior y no nos molestaban pero unos compañeros de viaje no pudieron pegar ojo. Al día siguiente la piscina estaba ocupada por clases de natación de modo que solo se ocupaba una parte. Los desayunos y las cenas, pues, ni fu, ni fa, en la media de los hoteles del viaje.

     La ciudad es bonita y muy grande. Visitamos el museo arqueológico de camino del centro y almorzamos en un restaurante enclavado en las rocas al borde del mar junto al puerto deportivo, con un acceso privado a la playa y con hamacas, sombrillas y toallas a tu disposición (previo pago, claro). 

     El sitio era precioso. Maribel bajó incluso hasta la playa y se dio un buen baño antes del café, luego volvimos andando por un laberinto de callejuelas repletas de tiendas de turistas con precios algo elevados.

     Llegamos al centro de la ciudad y allí pillamos un tranvía hasta cerca del hotel. Esta mini excursión solo lo hicimos nosotros, los demás habían contratado una especie de crucero en barco hasta unas islas cercanas.

     Al día siguiente continuamos trayecto hacia Perge, muy cerca de la costa y cada vez mas cerca del Mar Egeo.

 

PERGE

     Otra gran ciudad romana a medio descubrir. Cuando llegamos el recinto aun estaba cerrado y no estaban montados ni los tenderetes de los vendedores.

     Primero visitamos la puerta sur para luego ver el Circo Romano, de los mas grandes y peor conservados que vimos. Después continuamos por la gran avenida principal, el cardo maximus, hasta el final donde aun permanecían excavadoras, operarios y arqueólogos horadando la montaña en busca de nuevos tesoros.

 

AFRODISIAS

     La etapa siguiente era bien distinta. En Afrodisias todo estaba mucho mas organizado, muy puesto para la ocasión.

     Llegamos en un destartalado carro tirado por un tractor. Un césped bien cuidado bordeaba el recinto, unas puertas gemelas, un circo y un teatro en buena conservación y, a la salida, un museo con decenas de estatuas. Los alrededores además rebosaban árboles frutales, membrillos, pistacheros y olivos.

       Antes comimos en el restaurante Doga, muy rústico, con un té de manzana riquísimo y un yogurt batido (ayram) que hacían allí mismo.

 

PAMUKKALE

    Otra de las joyas del viaje (en cuanto a maravillas naturales) fue la etapa siguiente:  Los castillos de algodón de Pamukkale.

    Llegamos a esta zona casi de noche y solo permanecíamos hasta la tarde siguiente de modo que poco pudimos aprovechar de las piscinas de agua caliente y barro que nos ofrecía el hotel. El agua hirviendo aparecía en una fuente humeante desde lo mas alto y bajaba llenando varias piscinas a distintas temperaturas algunas de las cuales llenaban de un barro pegajoso con propiedades curativas. En la ultima de las piscinas se encontraba el bar y el spa y de noche ofrecían espectáculos de grupos musicales y bailarinas haciendo la danza del vientre.

     Solo después de cenar tuve tiempo de darme uno de esos baños de lodo que me dejó casi nuevo. El hotel se llama Pam Thermal y bien merece algunos días mas.

 

 
     A la mañana siguiente ya era hora de visitar las cascadas. Las aguas termales repletas de carbonato de calcio descienden de las montañas y, ayudadas por el tiempo, han formado una capa blanca en la ladera. Las terrazas blancas y brillantes se inundan de un agua azulada dando al lugar una apariencia fantástica como de cuento de hadas.

     La afluencia de turistas ha hecho que se construyeran unas plataformas de madera en lo alto y desde allí, siempre descalzo, se camina por el resbaladizo piso blanquecino siempre por zonas señalizadas.

     Allí también aprovecharon para construirse su ciudad, en honor a Hiera, esposa de Eumenes II, rey de Pérgamo. Luego continuo siendo romana y lugar de vacaciones con spa de nobles romanos.

     El nuevo balneario tiene dos curiosidades: unas piscinas naturales de pago, con aguas termales y restos arqueológicos diseminados por el fondo y "el doctor fish" unas pequeñas peceras donde metes los pies y decenas de pececitos se abalanzan sobre tus impurezas dejando la piel nueva (al menos daban cosquillitas) por 30 minutos 20 liras.

 

CASA DE LA VIRGEN MARIA

     Ya de camino a Esmirna paramos en la llamada casa de la Virgen Maria que hoy es centro de peregrinación. Allí se conserva una pequeña capilla totalmente restaurada sobre los restos donde, al parecer, Juan el evangelista llevó a la virgen Maria tras la crucifixión de Cristo.

     En un panel se exponen tres hechos que confirman su veracidad en varios idiomas incluido el español. Además hay un muro repleto de papelitos blancos con peticiones para la virgen. Estos se colgaban antes de los árboles pero cambiaron la tradición.

     No faltan los tenderetes de artículos religiosos y otros souvenirs.

     Merece la pena recordar que antes de esta visita tuvimos la consabida parada en la fabrica de artículos de piel. El material que allí se vende es de primera calidad pero los precios son hasta el triple de lo que vimos posteriormente el Esmirna o Estambul. No piquen.

 

EFESO

     Estas ruinas si que impresionan y además es donde te haces mejor idea de la construcción de una ciudad romana con sus puertas, calles centrales, teatros y letrinas. La entrada a la plaza central es lo mejor conservado, abundan los recién casados haciéndose el reportaje fotográfico y gente con grandes cámaras rodando documentales.

     Ya llevábamos varios días viendo historia y aun nos quedaba mucho mas, empezábamos a estar un poco hartos de piedras.

 

PÉRGAMO

       Un amigo viajero me cuenta que el museo mas impresionante que ha visto es el Pergamón de Berlín. Muchas de las piedras que hay allí vienen de aquí, de Pérgamo, y eso explica que en este lugar no queden más de varias columnas y algunos muros y difícilmente te haces idea de lo que tuvo que ser esa ciudad. Y eso que aun lo que queda es enorme.

      Llegamos a la ciudad en un teleférico  ya que se encuentra en la cima de un monte con mucha posibilidades defensivas pero difícil abastecimiento de agua.

     Hago aquí un inciso para contar una anécdota del hotel donde pasaríamos esa noche.

     Se trataba del Hotel Tatlises de Esmirna, un poco alejado del centro y de su paseo marítimo pero con todas las comodidades.

    Llegamos ya bien entrada la tarde y mientras esperábamos las llaves de la habitación apareció un señor bastante entrado en años, descalzo, en bañador y flanqueado por 6 guardaespaldas trajeteados. Era imposible no fijarse en él ya que a mi me pareció clavadito al difunto Sadam Hussein, se movía con mucha dificultad, arrastrando una pierna y con ayuda de un bastón. Nos saludó con un gesto de cabeza y desapareció en un ascensor.

     Se trataba, según nos contó nuestro guía, de Ibrahim Tatlises, el dueño de este hotel y otros de la zona. Un antiguo cantante y actor turco muy famoso, lo que viene a ser el Julio Iglesias de Turquía, que fue victima de varios atentados y que en el ultimo de ellos, en 2011, recibió un tiro en la cabeza. La wikipedia comenta algo de extremistas Kurdos o delincuentes antisistema que actuaban contra celebridades como lo autores del atentado. Según el guía este señor se metió en asuntos turbios con la mafia Turca, con drogas y demás y ese fue el motivo.

     Tras la cena en el hotel paseamos por el concurrido paseo marítimo de Izmir (Esmirna), repleto de tiendas y restaurantes, hasta las tantas.

 

EL ASCLEPION

     En el valle bajo la antigua ciudad de Pérgamo se encuentra el Asclepion, un conjunto de edificios de carácter medico y místico, algo así como un sanatorio romano antiguo, dedicado al parecer a curar las heridas de los soldados romanos pero mas bien las heridas del alma y los problemas que le suponían el estrés de la guerra.

     Los tratamientos incluían sesiones de chorros de agua, brebajes con hierbas del entorno y sesiones de conciliación de sueño y tranquilidad.

 

 

CANAKKALE

     Canakkale es la ciudad mas grande enclavada en el estrecho de los Dardanelos, la concurrida entrada del Mar Egeo al Mar de Marmara. El Mar de Marmara, a su vez, se comunica con el mar Negro por el Bósforo, justo donde se encuentra Estambul.

     El hotel Edén Gardens estaba a las afueras de la ciudad. Tenía acceso directo a la playa y a un pequeño embarcadero de madera.

      Mi primer y único baño en el Egeo fue allí, en unas aguas calmadas y transparentes, pero muy frías.

     Al día siguiente dejamos temprano el hotel y nos acercamos al centro urbano para una breve visita a uno de los caballos de madera que conmemora Troya. En este caso se trata del caballo original de la película Troya que se cedió por la productora como obsequio a la ciudad.

 

TROYA

     Poco queda de la antigua Troya. En realidad se trata de nueve asentamientos superpuestos, uno tras otro levantados sobre las ruinas del anterior. El quinto de ellos es la famosa ciudad fortificada que a la entrada del estrecho fue asediada dando pie a la leyenda.

     El borde del mar, que antes llegaba a los pies de la ciudad, está ahora a varios kilómetros por los cambios producidos y las pocas piedras que allí quedan no están demasiado conservadas. Pena da comprobar que lo mas fotografiado es el caballo de madera de la entrada.

     Tras dejar Troya aun hicimos una ultima parada en la zona, junto al estrecho de los Dardanelos, frente a la península de Gallipoli en Europa. Mel Gibson hizo una película de las batallas que allí tuvieron lugar.

     Almorzamos en un famoso restaurante antiguo el original Iskender Kebab con un exquisito postre de natillas. Ya estábamos a un paso de Estambul.

 

BURSA

     La siguiente etapa nos llevo a la ciudad de Bursa para ver dos edificios, la Mezquita Verde y la Gran Mezquita. Luego aprovechamos el tiempo libre en el llamado mercado de la seda, un gran edificio techado similar al gran bazar de Estambul pero con menos tiendas.

     Vimos una ruidosa manifestación pacifica que recorría la ciudad con escolta policial. Creo que protestaban por algo del Kurdistan.

     Ya solo quedaba cruzar el Mar de Marmara por una de sus estrecheces en un ferry camino de Estambul, ya nos hacia falta un pequeño descanso.

 

ESTAMBUL

     Estaríamos seis noches en Estambul y, como ya conocíamos bastante de la ciudad del viaje anterior, teníamos una idea de lo que quedaba por ver.

     El grupo se separó hasta en seis hoteles distintos aunque en los días siguientes coincidimos algunos en distintas excursiones.

Nuestro hotel era el Orka Royal, en el barrio rehabilitado de Sirkezi, junto a la estación del Orient Express, a un paso de todo. La habitación correcta pero con una deficiencia, un armario excesivamente pequeño para acoger la ropa de 6 días y casi sin sitio para las maletas.

     Solo contratamos una de las tras excursiones que nos ofrecieron los guías ya que incluía, alguna mezquita, el paseo por el Bósforo en ferry y el palacio de Beylerbeyi que no habíamos visto la vez anterior.

    Por nuestra cuenta fuimos también a Pierre Loti, a la plaza Taksim y sobretodo a callejear sin rumbo empapándonos de la ciudad.

    En la visita al bazar egipcio no podíamos dejar de ver a un amigo, el simpático turco que hace 6 años conocimos seguía allí, en su tienda, se emocionó viendo las fotos anteriores, intercambiamos emails y nos volvimos a despedir hasta una próxima vez.

     No podíamos dejar de ver de nuevo Santa Sofía, esta vez sin andamios, la mezquita azul, y otras que no conocíamos como la pequeña Sofía y la escondida de Rustem Pasza, junto al mercado egipcio, repleta de bellos azulejos. Fuimos otra vez a Pierre Loti, a la iglesia de San Salvador con sus famosos mosaicos y al barrio de Eyup pero esta vez callejeamos mucho por la zona nueva europea y todas las noches recorríamos Istiklal hasta la torre de Gálata para volver al hotel cruzando el puente (una vez hasta pude pescar con una caña prestada).

     También visitamos el museo arqueológico y los jardines del palacio de Topkapi aprovechando la cercanía del hotel.

   

     Incluso una vez aproveche para afeitarme en uno de los locales que teníamos cerca. En las fotos de abajo pongo la prueba.
     También este fue un viaje gastronómico. Las cenas las procurábamos en alguno de los distintos restaurantes de la ciudad de los que teníamos referencia. Comimos muy bien en el Amedros, tres veces en el restaurante Ozler, junto al hotel, con el mejor y mas barato Testi Kebab (el estofado en cántaro de barro), el consabido Enjoyer lleno de españoles y no tan bien en Can Oba, On Bacilar y el del barrio de Pierre Loti, junto a la tetería que no recuerdo su nombre.

     Descubrimos el pequeño museo del Orient Express, una pequeña joya escondida en la misma estación, con utensilios y detalles de la época y del tren.

     Cansados pero con ganas de volver terminamos el recorrido turco diciendo adiós a su mas famosa ciudad. Esta nos despidió con un monumental atasco de casi tres horas que por poco nos hace perder el avión de vuelta. Era como si no quisiera que nos fuésemos.

     Volveremos.