RIVIERA MAYA 2011

     Para este segundo viaje a la Riviera Maya elegimos una cadena que en los viajes a Punta Cana no nos había fallado: los complejos Palladium.

     Este de Méjico es un macroresort con cinco hoteles bien delimitados con muchos restaurantes temáticos que elegir y muchas actividades. Ni siquiera lo recorrimos entero.

     Sin duda este es el viaje que me ha parecido mas corto y eso que solo hicimos una excursión organizada, pero es que los días allí pasan volando, sobretodo cuando te lo estas pasando bien.

     No todo son parabienes, después de mandar varios emails solicitando una habitación alta y de fumadores nos asignan una en planta baja y de no fumadores y no pudimos cambiar hasta el día siguiente. Además, como viajeros asiduos a los hoteles Palladium teníamos derecho a una mejora en el alojamiento pero eso no les constaba poniendo como excusa un cambio en el sistema informático.

     La habitación, normalita, en uno de los hoteles mas antiguos aunque reformado, a medio camino de la recepción y de la playa, en un lateral del complejo. De todas formas, haciendo uso de los cochecitos se llega a cualquier sitio en pocos minutos. La próxima vez, que la habrá, me asegurare de que tienen en cuenta el ser clientes asiduos.

     Las piscinas, magnificas, la de nuestro hotel en particular, pegada a la playa, con un restaurante con comedor exterior enorme donde pasamos muchas sobremesas tomando chupitos que nos servia sin descanso nuestro amigo Carlos.

     Otras mañanas las pasamos en una pequeña piscina que recibe agua salada directamente del mar. Con su propio bar, llena de hamacas y sombra y casi sin gente.

     Y el punto y aparte es el Spa. Sin las restricciones que tenia el de los Palladium de Punta Cana, pasamos allí muchas tardes descansando del duro quehacer del turista dejándonos mecer por los jacuzzis, las saunas y los baños de chorros de agua hasta que el sol se ponía detrás de la selva.

     Un par de días visitamos Playa del Carmen. A poco mas de 30 kilómetros, solo salir al borde de la carretera y pillar un asiento en alguna de las Van que pasan cierto tiempo por algo mas de 1 Euro.

     Si hace 11 años el pueblo solo eran tres calles con escasos turistas y muchos pescadores ahora es una encrucijada de avenidas, que así las llaman, con una de ellas, la quinta, claro, repleta de tiendas, restaurantes, bares, casas de cambio y agencias de tours y excursiones. Y a precios no tan baratos como entonces. Ya de gangas, nada. Es el peaje que hay que pagar por el gran turismo norteamericano que ha colonizado estas tierras.

     De todos modos es una buena opción para pasar las tardes-noches (en invierno anochece prontísimo) con mucho ambiente y buena comida.

     Cancún es un paraíso animal. En el propio hotel no dejan de verse pájaros de todo tipo, insectos grandes y pequeños, iguanas enormes y asustadizas tomando el sol, una familia entera de una especie de comadreja de hocico largo que se deja ver en algunos lados pidiendo comida y correteando por los caminos, caimanes enjaulados y la joya de la corona: una familia de simpáticos mapaches que se acercan al restaurante Punta Emilia por la noche a pedir comida (o a robarla) seguramente por eso es el único que hay que reservar. En la playa abundan las aves que pescan en la misma orilla y los peces se te abalanzan cuando les muestras comida.
     La playa frente al hotel es bonita pero engañosa, aunque puede parecer libre de rocas, la entrada al mar es un empedrado peligroso que te hace polvo los pies y si llevas zapatos de agua corres el riesgo de perderlos. Solo hay una zona libre de piedras frente al bar de playa La Jarra, justo en la esquina izquierda del complejo. Sin embargo luego está la zona de rocas del arrecife, plagada de peces, perfecto para hacer esnorkel.

     En las atalayas de los socorristas hay instaladas cámaras web que pueden verse desde esta dirección:

http://www.losviajeros.com/foros.php?t=5944 en el apartado de cámaras web dedicado al Palladium.

     La comida no será un problema si te alojas en el complejo Palladium. Hay prácticamente de todo excepto langosta que se paga aparte y caro. En los restaurantes temáticos, que son una buena opción para la cena, se come buena carne y otros platos algo mas elaborados. La pastelería también es contundente.
     Como ya habíamos visto Tulum, Chichen Itza, los parques de Xcaret y Xel-ha y algún cenote en la otra visita al país, solo contratamos una sola excursión y en una oficina de Playa del Carmen que salía por la mitad de lo que nos pedían en el hotel. Se trata de las ruinas de Cobá con una visita a un pueblo maya y a un cenote cercano. Aun así quizás sea mas factible hacer este recorrido contratando a un taxista privado y yendo a tu aire.

     La estrella de Cobá es una gran pirámide, la mas alta de la zona, donde todavía se puede subir a ella (parece que por poco tiempo).

     A unos cinco kilómetros del hotel se encuentra la bahía de Akumal. Es fácil llegar en una van desde la entrada del hotel o contratando por pocos euros a un taxi que tiene la ventaja de llevarte hasta la misma playa.

     Se trata de una pequeña bahía de pescadores con una playa pacífica y un par de chiringuitos con hostales cercanos y centros de buceo. Esta bien para pasar la mañana en una playa algo mejor que la del hotel pero además tiene una joya submarina: Tortugas marinas de mas de medio metro que se acercan a comer unas algas que solo hay en esta zona y es una delicia poder observarlas y como van a lo suyo y como vuelven año tras año a pesar de las hordas de turistas que de veinte en veinte se acercan a visitarlas (y algunos a molestarlas).

     En una de las fotos aparezco junto a Carlos y Celia, unos sorianos simpáticos que conocimos en el viaje. Para ellos un afectuoso saludo.

     Y en un abrir y cerrar de ojos se nos acabó la semana. Nos queda mucho por ver en este paraíso, por eso, prometemos volver el año que viene.